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“Mi hijo no se suicidó,

lo mató

la Guardia Nacional” 

Heber Giovanny Escobar Garnica, de 34 años fue detenido por la GNB. Estuvo amarrado a un poste de luz y le colocaron un cartel: “Aquí hay un ladrón”. La imagen circuló por redes sociales. 24 horas después, estando bajo custodia militar, el hombre falleció por una herida de arma blanca en el cuello

Erick S. González Caldea
Fotos y video: Alan Márquez

La casa dónde se crió Heber Giovanny Escobar Garnica, de 34 años de edad, está ubicada debajo del viaducto de la autopista Petare-Guarenas, en Turumo, estado Miranda. El barrio Jardines del Ávila se mueve al ritmo del comercio de pollos y talleres mecánicos.


El hogar es una estructura de madera. Tiene dos cuartos, un baño, y una cocina integrada a la sala. En la puerta esta su dueña, Kiansi Coromoto Garnica Navarro, junto a sus dos nietos, que quedaron huérfanos de padre.

 

El lugar está ordenado y limpio. La sala está decorada con imágenes de flores, paisajes y caballos que Kiansi, de 54 años de edad, dibujó: “Me gusta que mi casa sea bonita, es humilde pero bonita. Aquí crie a mis seis hijos y ahora a mis dos nietos. Yo nunca crie a un malandro”, sostuvo.

 

Acompañada de sus vecinas y amigas de toda la vida, Mariela Guerra y Elena Mijares, pocos días antes de cumplirse un mes de la muerte de su hijo, reconstruyó lo ocurrido. Parte de su duelo consiste en esforzarse por limpiar la memoria de su hijo: “Él no era un malandro, ni un ladrón. Y aunque lo fuera, no me lo tenían que matar de esa forma tan vil”.

 

Los nietos huérfanos tienen 12 y 14 años de edad. Son delgados y la abuela se apresura a comentar: “Siempre trato de tener comida en la casa, pero es difícil. Nosotros solo pegamos el desayuno y el almuerzo para ahorrar algo. Casi no me alcanza el dinero, Y, aun así, los guardias nacionales que mataron a mi hijo me pidieron 1.000 dólares para soltarlo. ¿Quién tiene 1000 dólares a la mano? ”.

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La madre de Heber Escobar afirmó que funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana le pidieron 1.00 dólares a cambio de liberar a su hijo | Foto: Alan Márquez

La desaparición y encierro


A las 7:00 am del 25 de septiembre, Escalona salió de la casa de su madre. “Él me dijo que iba a salir a buscar trabajo… si no fue así, entendería porque recurriría a algo malo. Este gobierno llevó a la gente buena a desviar su camino. Pero, sé que no era un ladrón. No lo era”, repite y repite la madre.


Kiansi relató que a las 9:00 am, de miércoles 25 de septiembre, Heber Escobar fue detenido por funcionarios de la GNB. A las 10:00 am, comenzó a circular en las redes sociales una foto del hombre amarrado a un poste de luz en El Marqués, con el cartel en el que se lee “aquí hay un ladrón”. La imagen llegó hasta sus familiares. “Era Heber”, recordó la madre.

 

“Esa foto no muestra a mi hijo. Este sí es mi hijo (enseña una fotografía del hombre sonriente y posando). Él no era ningún delincuente y si estuviera robando, no debieron matarlo, sino dejarlo detenido”, insistió.

 

A las 11:00 am, de aquel miércoles, la familia de Escobar desconocía su suerte. Sabían que lo funcionarios de la GNB lo habían detenido, porque oficiales de la Policía Nacional Bolivaríana confirmaron la detención, pero no el sitio de reclusión. “Me habían dicho que mi hijo estaba detenido en el módulo de la GNB en Montaña Suites. Cuando iba a ir para ese módulo, su cuñado me llamó para avisarme que se pudo comunicar con Heber, pero que no tenía muy buenas noticias, que estaba preso”, señaló.

La llamada fue hecha del teléfono de Escobar al número de Carlos Manuel Díaz, su cuñado. Según describió el allegado, la voz del hombre estaba apagada y distante. “Mi yerno me dijo que a mi hijo se le escuchaba raro, como si lo amenazaran. No nos dijo dónde estaba preso, solo dijo que ‘se cayó con un teléfono”.
El jueves 26 de septiembre, Kiansi se dirigió al módulo de la GNB, en Mariche, donde su hijo presuntamente estaba detenido. Al llegar, uno de los funcionarios aseguró que el hombre no se encontraba allí.


—Buenos días, tengo entendido que aquí está mi hijo, Heber Escobar, dijo Kiansi al guardia nacional en la entrada del módulo.
—Su hijo no está aquí, a él lo subieron, respondió el GNB.
—Ajá, pero ¿dónde está mi hijo? Necesito darle su comida. Es su derecho y yo también tengo derecho a verlo. Necesita un abogado…,le recordó la madre al funcionario.
—Aquí no se aplica eso, señora, fue la respuesta que obtuvo.


Hasta ese momento, Kiansi presumía que su hijo estaba detenido en la GNB. No le dejaron pasar comida, ni la carta de perdón que ella le escribió a mano. “No sé si mi hijo se robó un teléfono o no. Nunca fue un ladrón. No crío delincuentes, solo muchachos de bien”, sostuvo.

 

No se formalizó denuncia alguna contra Escobar. No fue reseñado por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. No fue presentado ante un fiscal ni ante un juez. “A mi hijo lo tenían detenido, pero no lo procesaron. Los de la Guardia Nacional nos llamaron, pidiendo 1.000 dólares para soltarlo; dinero que no tengo, porque soy una persona humilde, sencilla y humilde”, enfatizó la madre.

Contradicciones

El viernes 27 de septiembre, a las 9:00 am, funcionarios de la GNB, llamaron a los familiares de Escobar para informarles que el hombre estaba herido de gravedad en el hospital Domingo Luciani, en el Llanito, porque se habría intentado fugar del módulo y supuestamente luego se degolló.

 

“Me dijeron que estaba a punto de morir. Me tumbé. Nunca pensé que mi hijo iba a sufrir tanto. Me fui al hospital y ya mi hijo estaba muerto. Lo asesinaron, lo sé porque una fiscal nos mandó a denunciar. No solo eso, ella también me dijo que mi hijo fue ingresado con una cortada profunda en su cuello la tarde del jueves, no la mañana del viernes”, señaló.

 

El cuerpo de Escobar fue ingresado herido de gravedad al hospital Domingo Luciani, pero, falleció a los minutos de ser atendido, en horas la tarde del jueves 26 de septiembre. La descripción de las heridas, cerrtificada por Verónica Sandoval, una de los médicas del hospital de El Llanito, detalla: “un corte profundo, cemicotomía bilateral de izquierda a derecha, con corte de yugular anterior e interior (SIC)”.

 

Escobar era zurdo, por lo cual caben dudas sobre la posibilidad de que se haya degollado, pues en tal caso la herida debió ser de derecha a izquierda.

 

“Mi hijo no se suicidó como ellos aseguran. Lo mataron. Cuando le realizaron la autopsia, estuvo presente la fiscal 81 de Derechos Fundamentales, Estrella Coello, quien aseguró que las heridas eran muy profundas como para habérselas causado él mismo”, señaló.

 

Según el certificado de defunción, Heber Escobar falleció por un shock hipovolémico causado por una herida causada con un arma blanca.

 

El viernes 27 de septiembre, mientras Kiansi realizaba los trámites para poder retirar el cadáver de su hijo, le informaron que él estuvo detenido junto a otra persona que habría sido el homicida. “Primero me dijeron que fue un intento de suicidio, luego que se intentó fugar. Por último, que otro presó lo apuñaló. Todo eso es mentira, lo mataron los mismos guardias”, señaló.

 

Detalló que los funcionarios de las GNB habían ido al hospital para buscar el cadáver de Escobar. “Una de las funcionarias de la morgue de El Llanito me dijo que ellos fueron a buscar el cuerpo de mi hijo, pero no tenían una orden de la Fiscalía. Ella no se los entregó, por eso llamaron”, señaló.

 

El viernes 27 de septiembre, el caso de Escobar fue asignado a la Fiscalía 126 de Derechos Fundamentales, a cargo de Maritza Zambrano. Se tomó en cuenta que el hombre falleció bajo custodia de la GNB.

 

Una semana después, en la sede del Ministerio Público, en Parque Carabobo, le informaron que el caso pasó a la fiscalía 12° con competencia plena, porque “el caso fue un homicidio cometido entre reos”.
Detalló que aún no ha podido hablar con el fiscal 12°, que por más que ha solicitado audiencia no se la han concedido. Tampoco le han explicado por qué el cambio de fiscal. “No confío en los fiscales del Ministerio Público, porque ellos se prestan para dejar impunes los casos”, señaló.

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Kiansi no tiene miedo, tiene sed de justicia | Foto: Alan Márquez 

“Era un pescador, no un delincuente”


Una de las versiones difundidas por los funcionarios de las Guardia Nacional indica que Heber Escobar era un “azote” del barrio La Lucha, en Petare, miembro de una banda delictiva dedicada a la extorsión y secuestro.

 

“Mi hijo no era un delincuente, era pescador”, refuta su madre y cuenta que Escobar se dedicada a la pesca informal en Río Chico. El pescado lo cambiaba a través de trueques con sus vecinos de Jardines del Ávila. “Lo cambiaba por arroz y harina. A veces también lo vendía. Él estaba buscando trabajo para mantener a sus hijos”, aseguró la madre.

Sus vecinos también lo corroboraron. Entre todos reunieron firmas a través de los consejos comunales, con el objetivo de desmentir la versión oficial. “Era un chamo muy atento, lo vimos crecer. Le gustaba mucho cantar y jugar básquet. Era un muchacho que siempre buscaba ayudar a los demás”, destacó Elena Mijares, Jefa de Calle del Comité Local de Alimentación y Producción (Clap), en Jardines del Ávila.

 

“A veces lo acompañábamos a pescar. Nos llevaba al río que cae en una playa. No le gustaba dejarnos solo”, sostuvo el menor de los hijos de Escalona. El mayor compartió el sueño que tuvo con su padre. “Me dijo que estuviera bien, nos abrazó a mí y a mi hermano. Nos dijo que estaba en un lugar mejor…lo vi feliz”, dijo, con cierto alivio, el adolescente.


Mijares también recordó el funeral de Escobar, a quien velaron en su casa, junto a sus amigos y familiares. “Todos vinimos a despedirnos de él”, señaló.

 

El ataúd estuvo cerrado. Su madre no quería que la última imagen que tuvieran sus deudos fuera el cuerpo golpeado y degollado de Escobar. “Lo tuvimos que velar en la casa, no podíamos pagar más. El entierro lo tuvimos que hacer a los dos días. Compré una bolsa especial, cal y aserrín para poder velar a mi hijo”, detalló.

 

La noche del velorio de Escalona, recuerda Kiansi, no cabían los dolientes en aquella pequeña casa de madera. “Aquí lo tenía, en mi casa, donde nació, se crió y vivió hasta convertirse en un adulto. Es costumbre que los hijos entierren a sus padres, no al revés. Es un dolor indescriptible, me quitaron una parte de mi ser”, señaló.

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